MUERTE DEL CRISTIANISMO
Reflexión diaria: 24 de
Abril del 2017.
Por: Andrés Bello
Puede parecer muy
fuerte nuestro encabezado para algunos, o que aparentemente va en contra de las
profecías bíblicas para otros. Lo cierto es que el cristianismo afronta una de
las más agudas crisis desde su fundación. Y no es debido a que se estén
cerrando templos, no haya conocimiento de las Escrituras o que se haya
levantado una persecución contra el cristianismo. Todo lo contrario, la
enfermedad que lo está matando no es una amenaza externa sino interna. ¿Los
culpables? Sí, son los cristianos.
Nunca antes en la
historia del cristianismo se había perdido tanto la reputación del mismo como
en nuestros días. Es cierto que los primeros creyentes fueron perseguidos, pero
aún muchos de sus enemigos reconocían sus virtudes y su carácter distinguible.
Hoy la sociedad lo ve simplemente como hombres lucrando de la fe y multitudes
que los siguen como borregos descerebrados. ¿Cómo llegamos a este punto? Y
mejor aún ¿cómo cambiar esto y evitar la “muerte" del cristianismo?
Lo cierto es que esto
no cambiará ni mejorará mientras los cristianos crean que son los únicos que
tienen la verdad y miren con sospecha las opiniones de otros. Si continúan los
sectarismos que tanto dividen. Mientras los cristianos digan en palabras que
Dios ama a todos, mientras sus actos sean excluyentes, sexistas, misóginos,
clasistas, xenófobos o racistas.
Mientras los pastores
trabajen por dinero y no por amor y Mientras los administradores se preocupen
por los números y blancos en lugar de preocuparse por las personas y sus
necesidades.
Mientras juzguemos y
señalemos a los demás por sus acciones a la vez que nos justificamos por
nuestras intenciones.
Mientras el cristiano
se preocupe más por abrazar una doctrina fanática que a una persona carente de
afecto.
Mientras los cristianos
crean más en hacer "pactos" con Dios, "decretar" o dar
ofrendas para atraer la prosperidad en lugar de entregarse a sí mismos a Dios y
a los demás.
Mientras la imagen que
presenten de Dios sea la de un justiciero con sed de venganza, en lugar de la
de Uno que estuvo dispuesto a morir por nosotros.
Mientras el creyente no
sepa qué es mostrar misericordia hacia los que se equivocan. Si seguimos
creyendo que ser cristianos es obedecer en lugar de amar.
Mientras le seguimos
predicando a los mismos de siempre mientras existen muchos lugares donde no ha
llegado un mensaje de esperanza.
Mientras se siga
creyendo que es más importante lo que comes y lo que vistes que lo que eres.
Mientras se siga
cargando con culpas y fanatismos a los que debieran estar caminando en la
libertad de la verdad.
Mientras nada de esto
cambie, el cristianismo está destinado a morir por la simple razón de que su
fundador, Jesús, no está en él.
¡Mira; respóndeme, oh
Jehovah, Dios mío! Alumbra mis ojos para que no duerma de muerte. (Salmos 13:3)
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